24 de abril de 2012

En nombre de los ojos cerrados

En puzzle vivo traduzco una historia
Hija bastarda de una vorágine
De hojas otoñales y desencantos
Siempre adscrito a un no saber estar extraño
Bajo el amparo de la sombra de una fobia
A la caza del sueño más abstracto del año
Que cuando se pestañea, todo lo transforma
Y se convierte en reflejo de una perspectiva rota
De malabares al borde de un ánimo desagradecido
Poco miedo a la muerte que a las prisas no tienta
Sin cesar la la búsqueda de razones para el sinsentido
Aceptando la ruta del cambio hacia la obsolencia
Viendo como casi todo muta, perece, o es mentira
Como lo nuevo no sustituye lo perdido
Si no que eclipsa el vacío con una cutre ofrenda
El miedo crece, se muda, o se hace mayor
Y entre la esperanza y la estupidez
A veces no acepta un nimio matiz de color


"No hay ni bien ni mal uso de la libertad de expresión, hay un uso insuficiente." Rauol Vaneigem


25 de enero de 2012

El enésimo bucle

No me pidas que cambie el gesto
Cuando abro los ojos me siento preso
Demasiadas veces malabarista en el precipicio
Demasiadas horas perdidas de sueño
Sepultado en retórica, arrastras de la decepción
Por lamentar que otra derrota
Ya no me asuste ni me sorprenda
De sentir por dentro esa miseria
Que narraba Pedro Juan Gutiérrez
De nada vale saber que obré de buena fe
Si no va a otorgarme tranquilidd
No hay nada que hacer
Cuál es la diferencia, el detalle, el camino
Si cada paso me pilla de vuelta de todo
Pero a su vez siempre de nuevas
Si la última lágrima será igual que la primera
Todo un lamento por lo que no sucedió
Sin olvidar que pudo pasar
Con la mirada perdida en aquello que se fue
Las veces que se podía hacer más
Doctor, Qué es lo que me aflige?
No responda, no estoy para psicólogos
No me pare, mea culpa si abandono mis fueros
Odio que me escuchen, y hagan oidos sordos


"¿Y si un hombre traspasara el umbral del paraíso en sueños y le regalaran una flor como prueba de que su alma ha estado de verdad ahí y al despertar se encontrara la flor en la mano?" Samuel Taylor Coleridge



18 de enero de 2012

No me soporto

Como si el terrenal no fuera el peor infierno
Como si palabras y sonrisas no engañase
Como si no se fingieran los sentimientos
Como si la muerte no tuviera un pase
Por eso suspiro y agacho la cabeza
Para no ver nada a mi alrededor
Cuando el camino se llena de máscaras
Y aunque llueva me muero de calor
Luego apago las luces
A ver si así se disimula algo
Pero es demasiado fuerte el olor
Ese aroma, que sólo tiene el desengaño


"El deseo de morir era la único que me importaba; por ello he sacrificado todo, aún la muerte". Émile Michel Cioran.


8 de enero de 2012

Interés a correspondencia

Que tiemble,
Déjale coger espacio
Deja que se regodee
Y que mienta, por si acaso
Que rinda culto a ídolos de barro
Que coma mendrugos, de pan de ayer
Que levante el ánimo a golpes
Que te quiera, sólo una vez al mes
Rompa los silencios, y no moleste
Respire fuerte, y suene bien
Contamine tus recuerdos a drede
Haga trampas a las cartas
Y te ensucie las paredes
Que te haga reir, sacando un tema tabú
Que sepa valorar tu paciencia
Y te trate, como lo has tratado tú


«Un hombre no es menos esclavo porque se le permita elegir un nuevo amo tras un período de tiempo». Lysander Spooner.


15 de noviembre de 2011

Complicidad entre compañeros

 Había recibido el día anterior una llamada del todo inesperada. Sabía que la empresa tenía previsto transladar empleados de nuevo entre sus sucursales. Lo que no podía imaginar es que ésto supusiera el regreso de quién había simbolizado hasta dos años antes mi placer prohibido, y que a la vez había sido protagonista de tantas recreaciones posteriores. Eitxel era una chica unos años más joven que yo, aún no rondaba la treintena, que podía presumir de una larga melena de escandilante rubio natural, unos ojos verdes que cualquier jeque árabe desearía añadir a su colección de joyas, y de unas curvas que me habían obligado una y otra vez a reducir la velocidad, puesto que en nuestra anterior etapa de compañeros, yo me encontraba inmerso en una relación que se consumió torturósamente seis meses atrás. Y allí me encontraba, en Gran Vía, en una cafetería que elegí porque sabía que no le supondría ningún problema el llegar, puesto que se encontraba a tres calles de la oficina que compartimos durante un año y poco.
Llegó a los cinco minutos escasos de apagar mi primer cigarro. Parecía que la hubiera visto ayer, su belleza se consideraba intacta. Haciendo gala de una sonrisa que derrochaba de forma natural, me saludó dándome un abrazo que me permitió sentir la voluminosidad de sus pechos cuando se juntaron su cuerpo y el mío. Acto seguido se sentó, y yo realicé un fallido ejercicio de intentar no desviar mi mirada hacia su pretuberante escote. Era octubre y en Madrid ya hacía frío a estas horas de la tarde, aunque ella parecía no notarlo.
Superados los formalismos y hablando un poco de cómo nos había tratado la vida durante estos dos años, no tuvo reparo en preguntarme cómo seguía todo entre Elena y yo. Recibió como una buena nueva el saber que aquello ya se había acabado. Su condición de nómada y su independencia natural (propia de una chica de su fuerte carácter) le motivaban a seguir soltera y sin compromiso alguno a la vista. Rememoramos aquel fugaz año en el que fuimos compañeros de oficina, mesa con mesa, y demostrando ambos un notable dominio de las indirectas, se dejaron caer más de dos y tres mensajes subliminares que deleitaron el oido de este buen lector entre líneas. Le ofrecí venir a mi casa a tomar algo. Su respuesta fue negativa, lo que en cierto modo me alarmó al pensar que quizás me hubiera precipitado. Ella me tranquilizó, explicándome que andaba cansada del viaje, y quería organizar un poco las cosas en el piso que había alquilado. Cual caballero, la acerqué hasta allí. Me ofrecí a recogerla el día siguiente para ir a trabajar, a lo que accedió con gusto.
Y en aquella misma dirección me planté a la mañana siguiente. Aparqué el coche delante del edificio y llamé al portero.
-Ahora bajo... o mejor sube tú. -Me respondió-.
No andábamos sobrados de tiempo, teníamos que personarnos en la oficina en quince minutos, aunque pareció no preocuparle demasiado llegar tarde el primer día. Una mezcla de insensatez y buenos augurios me llevó a hacerle caso y subí las escaleras. El interior del edificio no era nada vistoso, lo que acrecentó mis prisas por llegar al tercer piso. La espera al ascensor y la subida se me hicieron eternos, aunque no pasara más de un minuto. Encontré la puerta entrabierta y pasé. Nada más entrar había un pasillo, en el que Eitxel se encontraba, terminando de acicalarse frente al espejo. Iniciamos una breve conversación de besugos que precedió a un tenso silencio acentuado por el cruce de miradas. Empezó a intuirse que ninguno de los dos tenía en ese momento el más mínimo interés en partir hacia la oficina. Se ofreció a enseñarme el piso y las cosas, sin haberlas hablado, empezaron a estar bastante claras. La seguí por el pasillo... más bien seguí aquel culo prieto que se ocultaba tras la falda, forjado por su afición al ciclismo de montaña.
Cuando llegamos a su cuarto me acerqué a la ventana para contemplar las vistas. Se quedó atrás, y aprovechó para cerrar la puerta con delicadeza. No reaccioné a ese hecho, y antes de darme cuenta se había situado detrás mía y me había abrazado la cintura. Mire hacia abajo y vi como sus finas y cuidadas manos palpaban suavemente mi abdomen. Es una chica decidida y no le tembló el pulso para iniciar el descenso hasta mi pantalón. Su marcado carácter contrastaba con la sutileza que empleó a la hora de meterme mano. Su ruta de besos por mi cuello fue la señal para que

comenzase a intervenir en el guión, y me di media vuelta. No tenía prisa, pero tampoco se hizo de rogar a la hora de hincar las rodillas en el suelo. Me dijo todo lo que se había guardado en el año que trabajamos juntos con la boca y la mirada, después de haberme desnudado de cintura para abajo. Abandoné mi compostura por completo.
Tras diez minutos de disfrute intachable, la tumbé en la cama. Recorrí sus piernas con la suavidad que esas dos piezas de coleccionista requerían, antes de adentrarme debajo de su falda. Aquella liberación, aquel calentón sobrevenido, hizo que casi ni tuviera consciencia de que mutuamente ya nos habíamos desnudado por completo. Recompensé, con lo propio, la felación estelar con la que me había obsequiado antes. El nivel de sus gemidos delataba que no le importaba en absoluto el que sus vecinos estuvieran al tanto de lo que estaba ocurriendo en aquella habitación. Y sacando su carácter otra vez a relucir, fue ella la que me doblegó y se posicionó encima mía. Su ejecución fue tan perfectamente salvaje, que tuve que esforzarme por retrasar mi llegada al éxtasis.
He de reconocer que pequé de cierta inseguridad, pues era la primera mujer que tenía el gusto de probar desde hacía medio año. Pero cuando tal monumento volvió a tumbarse, dejando entrever con sus gestos y la abundancia de sus fluidos que le urgía que comenzase el siguiente acto de la función, me desquité de todo, la follé de tal forma que me aseguré que los muelles de aquella casa me odiasen mientras siguieran siendo útiles.
Aquel banquete de sensaciones se prolongó aún casi una hora más. Después del cigarro de rigor, le entraron los remordimientos por llegar tarde su primer día de trabajo aquí. Nos vestimos apresuradamente, aunque ello no impidió que me deleitase, una vez más con su cuerpo.
Le dije que la acercaría a la oficina, pero yo me ausentaría, con el fin de no levantar sospechas. Ya me inventaría alguna excusa, para mi estaba más que justificada, aunque ya veríamos para el Gerente.
Me obsequió con un beso en el que pude leer "Lo pasé bien, continuará" y seguí mi camino hasta casa, satisfecho de que el tiempo, por una vez, lo hubiera dejado todo en su lugar.


"Cuando todo vuelva a retirarse a la matriz del tiempo, reinará el caos de nuevo, y el caos es la partitura en la que está escrita la realidad." Henry Miller.

11 de noviembre de 2011

Proyectos de epistolarios.

Igual que una montaña rusa
Del cielo al subsuelo, de ahí a la cumbre
A veces decepciones, otras alegrías
Batallando siempre junto a la incertidumbre
Cávilas de cobardía y agallas para arriesgarse
Manejarte en la jungla del asfalto
Debería considerarse el séptimo arte
En la que quienes son menos furtivos
Y confían en la justicia
Acaban saturados de odio, con o sin motivos
Caerse de la platanera
O quedarse allí subido sine díe
Viendo girar y oxidarse la rueda
Te intentas liberar con el texto
Evadirte con el sexo
Rehacerse echando mano de los amigos
Pero la moraleja es que no dejas de estar solo
El "nunca te abandonaré"
Es mucho más falso que el yo controlo
Abres las orejas, agudizas el oído
Intentando escuchar el testimonio de las entrañas
Porque tú como alguno que otro más
Te has dado cuenta, a diferencia del respetable
Que poco se puede esperar del alma
Amor, solidaridad, libertad
Términos coartados, de naturaleza caduca
Presos en una torre
Acorazada, aunque sea de cristal
Que del todo, no somos sinceros
Y en cuanto a reservado, yo soy el primero
No quiero a nadie más a bordo
Aunque sepa, que hay otra plaza
En un hueco, al fondo


"La vida es una buena obra de teatro con un tercer acto mal escrito."  Truman Capote.

    21 de octubre de 2011

    Franja media

    El análisis es trágico 
    El horizonte decadente
    El miedo todo un clásico
    Y la vida huele a muerte
    Con un futuro incierto, África despierta
    Mientras occidente sigue renegando de la violencia
    Contemplando como las libertades se secuestran
    Igual que revistas que ridiculizan a la princesa
    La izquierda ya no se reconoce
    Y la derecha ni siquiera disimula
    El bipartidismo es una enfermedad
    Para la que no buscan cura
    Ninguna que no sea poner el culo en el sofá
    A ver el fútbol y Sálvame hoy lo llaman reflexionar
    Si no es enfrente de casa no existe crueldad
    Las bombas que no se oyen no molestan
    Si no sale por la tele, nada es verdad
    Los contenidos de la escuela son la alfalfa
    De los burros que sólo aspiran a vestir de marca
    Los que abrazan contentos la crítica muerta
    Como compás del panorama universitario
    Hay quién dice que le mola Europa
    Y Bolonia era un paso necesario
    Por eso prefiero pasear cuándo está nublado
    A perder el tiempo en el pupitre
    Por eso envidio al que se pasa el día drogado
    En este mundo, el de todos, más punible


    "A partir de cierto punto en adelante no hay regreso. Es el punto que hay que alcanzar" Franz Kafka.