15 de noviembre de 2011

Complicidad entre compañeros

 Había recibido el día anterior una llamada del todo inesperada. Sabía que la empresa tenía previsto transladar empleados de nuevo entre sus sucursales. Lo que no podía imaginar es que ésto supusiera el regreso de quién había simbolizado hasta dos años antes mi placer prohibido, y que a la vez había sido protagonista de tantas recreaciones posteriores. Eitxel era una chica unos años más joven que yo, aún no rondaba la treintena, que podía presumir de una larga melena de escandilante rubio natural, unos ojos verdes que cualquier jeque árabe desearía añadir a su colección de joyas, y de unas curvas que me habían obligado una y otra vez a reducir la velocidad, puesto que en nuestra anterior etapa de compañeros, yo me encontraba inmerso en una relación que se consumió torturósamente seis meses atrás. Y allí me encontraba, en Gran Vía, en una cafetería que elegí porque sabía que no le supondría ningún problema el llegar, puesto que se encontraba a tres calles de la oficina que compartimos durante un año y poco.
Llegó a los cinco minutos escasos de apagar mi primer cigarro. Parecía que la hubiera visto ayer, su belleza se consideraba intacta. Haciendo gala de una sonrisa que derrochaba de forma natural, me saludó dándome un abrazo que me permitió sentir la voluminosidad de sus pechos cuando se juntaron su cuerpo y el mío. Acto seguido se sentó, y yo realicé un fallido ejercicio de intentar no desviar mi mirada hacia su pretuberante escote. Era octubre y en Madrid ya hacía frío a estas horas de la tarde, aunque ella parecía no notarlo.
Superados los formalismos y hablando un poco de cómo nos había tratado la vida durante estos dos años, no tuvo reparo en preguntarme cómo seguía todo entre Elena y yo. Recibió como una buena nueva el saber que aquello ya se había acabado. Su condición de nómada y su independencia natural (propia de una chica de su fuerte carácter) le motivaban a seguir soltera y sin compromiso alguno a la vista. Rememoramos aquel fugaz año en el que fuimos compañeros de oficina, mesa con mesa, y demostrando ambos un notable dominio de las indirectas, se dejaron caer más de dos y tres mensajes subliminares que deleitaron el oido de este buen lector entre líneas. Le ofrecí venir a mi casa a tomar algo. Su respuesta fue negativa, lo que en cierto modo me alarmó al pensar que quizás me hubiera precipitado. Ella me tranquilizó, explicándome que andaba cansada del viaje, y quería organizar un poco las cosas en el piso que había alquilado. Cual caballero, la acerqué hasta allí. Me ofrecí a recogerla el día siguiente para ir a trabajar, a lo que accedió con gusto.
Y en aquella misma dirección me planté a la mañana siguiente. Aparqué el coche delante del edificio y llamé al portero.
-Ahora bajo... o mejor sube tú. -Me respondió-.
No andábamos sobrados de tiempo, teníamos que personarnos en la oficina en quince minutos, aunque pareció no preocuparle demasiado llegar tarde el primer día. Una mezcla de insensatez y buenos augurios me llevó a hacerle caso y subí las escaleras. El interior del edificio no era nada vistoso, lo que acrecentó mis prisas por llegar al tercer piso. La espera al ascensor y la subida se me hicieron eternos, aunque no pasara más de un minuto. Encontré la puerta entrabierta y pasé. Nada más entrar había un pasillo, en el que Eitxel se encontraba, terminando de acicalarse frente al espejo. Iniciamos una breve conversación de besugos que precedió a un tenso silencio acentuado por el cruce de miradas. Empezó a intuirse que ninguno de los dos tenía en ese momento el más mínimo interés en partir hacia la oficina. Se ofreció a enseñarme el piso y las cosas, sin haberlas hablado, empezaron a estar bastante claras. La seguí por el pasillo... más bien seguí aquel culo prieto que se ocultaba tras la falda, forjado por su afición al ciclismo de montaña.
Cuando llegamos a su cuarto me acerqué a la ventana para contemplar las vistas. Se quedó atrás, y aprovechó para cerrar la puerta con delicadeza. No reaccioné a ese hecho, y antes de darme cuenta se había situado detrás mía y me había abrazado la cintura. Mire hacia abajo y vi como sus finas y cuidadas manos palpaban suavemente mi abdomen. Es una chica decidida y no le tembló el pulso para iniciar el descenso hasta mi pantalón. Su marcado carácter contrastaba con la sutileza que empleó a la hora de meterme mano. Su ruta de besos por mi cuello fue la señal para que

comenzase a intervenir en el guión, y me di media vuelta. No tenía prisa, pero tampoco se hizo de rogar a la hora de hincar las rodillas en el suelo. Me dijo todo lo que se había guardado en el año que trabajamos juntos con la boca y la mirada, después de haberme desnudado de cintura para abajo. Abandoné mi compostura por completo.
Tras diez minutos de disfrute intachable, la tumbé en la cama. Recorrí sus piernas con la suavidad que esas dos piezas de coleccionista requerían, antes de adentrarme debajo de su falda. Aquella liberación, aquel calentón sobrevenido, hizo que casi ni tuviera consciencia de que mutuamente ya nos habíamos desnudado por completo. Recompensé, con lo propio, la felación estelar con la que me había obsequiado antes. El nivel de sus gemidos delataba que no le importaba en absoluto el que sus vecinos estuvieran al tanto de lo que estaba ocurriendo en aquella habitación. Y sacando su carácter otra vez a relucir, fue ella la que me doblegó y se posicionó encima mía. Su ejecución fue tan perfectamente salvaje, que tuve que esforzarme por retrasar mi llegada al éxtasis.
He de reconocer que pequé de cierta inseguridad, pues era la primera mujer que tenía el gusto de probar desde hacía medio año. Pero cuando tal monumento volvió a tumbarse, dejando entrever con sus gestos y la abundancia de sus fluidos que le urgía que comenzase el siguiente acto de la función, me desquité de todo, la follé de tal forma que me aseguré que los muelles de aquella casa me odiasen mientras siguieran siendo útiles.
Aquel banquete de sensaciones se prolongó aún casi una hora más. Después del cigarro de rigor, le entraron los remordimientos por llegar tarde su primer día de trabajo aquí. Nos vestimos apresuradamente, aunque ello no impidió que me deleitase, una vez más con su cuerpo.
Le dije que la acercaría a la oficina, pero yo me ausentaría, con el fin de no levantar sospechas. Ya me inventaría alguna excusa, para mi estaba más que justificada, aunque ya veríamos para el Gerente.
Me obsequió con un beso en el que pude leer "Lo pasé bien, continuará" y seguí mi camino hasta casa, satisfecho de que el tiempo, por una vez, lo hubiera dejado todo en su lugar.


"Cuando todo vuelva a retirarse a la matriz del tiempo, reinará el caos de nuevo, y el caos es la partitura en la que está escrita la realidad." Henry Miller.

11 de noviembre de 2011

Proyectos de epistolarios.

Igual que una montaña rusa
Del cielo al subsuelo, de ahí a la cumbre
A veces decepciones, otras alegrías
Batallando siempre junto a la incertidumbre
Cávilas de cobardía y agallas para arriesgarse
Manejarte en la jungla del asfalto
Debería considerarse el séptimo arte
En la que quienes son menos furtivos
Y confían en la justicia
Acaban saturados de odio, con o sin motivos
Caerse de la platanera
O quedarse allí subido sine díe
Viendo girar y oxidarse la rueda
Te intentas liberar con el texto
Evadirte con el sexo
Rehacerse echando mano de los amigos
Pero la moraleja es que no dejas de estar solo
El "nunca te abandonaré"
Es mucho más falso que el yo controlo
Abres las orejas, agudizas el oído
Intentando escuchar el testimonio de las entrañas
Porque tú como alguno que otro más
Te has dado cuenta, a diferencia del respetable
Que poco se puede esperar del alma
Amor, solidaridad, libertad
Términos coartados, de naturaleza caduca
Presos en una torre
Acorazada, aunque sea de cristal
Que del todo, no somos sinceros
Y en cuanto a reservado, yo soy el primero
No quiero a nadie más a bordo
Aunque sepa, que hay otra plaza
En un hueco, al fondo


"La vida es una buena obra de teatro con un tercer acto mal escrito."  Truman Capote.

    21 de octubre de 2011

    Franja media

    El análisis es trágico 
    El horizonte decadente
    El miedo todo un clásico
    Y la vida huele a muerte
    Con un futuro incierto, África despierta
    Mientras occidente sigue renegando de la violencia
    Contemplando como las libertades se secuestran
    Igual que revistas que ridiculizan a la princesa
    La izquierda ya no se reconoce
    Y la derecha ni siquiera disimula
    El bipartidismo es una enfermedad
    Para la que no buscan cura
    Ninguna que no sea poner el culo en el sofá
    A ver el fútbol y Sálvame hoy lo llaman reflexionar
    Si no es enfrente de casa no existe crueldad
    Las bombas que no se oyen no molestan
    Si no sale por la tele, nada es verdad
    Los contenidos de la escuela son la alfalfa
    De los burros que sólo aspiran a vestir de marca
    Los que abrazan contentos la crítica muerta
    Como compás del panorama universitario
    Hay quién dice que le mola Europa
    Y Bolonia era un paso necesario
    Por eso prefiero pasear cuándo está nublado
    A perder el tiempo en el pupitre
    Por eso envidio al que se pasa el día drogado
    En este mundo, el de todos, más punible


    "A partir de cierto punto en adelante no hay regreso. Es el punto que hay que alcanzar" Franz Kafka.

      13 de junio de 2011

      Fugaz y perpetuo.

      Ya con todo manchado de negatividad
      De nada quiero saber nada
      Me encierro en mi habitación
      Doy la bienvenida a la noche
      Ya sea espacio para el desparrame
      O me invite a la reflexión
      Y entre cuatro paredes refugiado
      Salgo a respirar a la ventana
      Prendo la mecha a un cigarro
      Y levanto la mirada hacia el cielo
      Sé que allí no hay nadie
      Pero me recuerda a aquellos que se fueron
      No estarán peor que aquí
      Con eso me quedo como consuelo
      Confiando en que algunos se hayan podrido
      Pero a otros los echo de menos un huevo
      Presos del monopolio del bucle letal
      Vienes, te joden, te jodes y te vas
      Mala costumbre dar cariño por aquí
      Parece premonitorio un cielo que se nubla
      Anunciando su intención de llover
      Queriendo a si mismo darse forma
      Mientras te preguntas por qué todo está del revés
      Por qué es más rentable deshacer que construir
      Cómo de injusto es tener que echar de menos
      Y como de perjuicioso del bucle querer salir


      "La angustia es la disposición fundamental que nos coloca ante la nada." Martin Heidegger.

        16 de abril de 2011

        Pasaporte caducado

        No me apena el capital 
        Que llevo gastado en alcohol
        Ni amanecer compadeciente
        A merced de la luz del Sol
        No es el humo de esta ciudad
        Quien siento que me ahoga
        Son sus paredes que se estrechan
        Mientras me pisotea el paso de las horas
        Tiempo que parece congelarse
        En el momento más inoportuno
        Adoptando un efecto fugaz
        Cuando la suerte me ha querido suyo
        Ráfagas de sensaciones encadenadas
        Ahí me desplazo fuera de mi rol
        Cuando crecientes me avasallan
        El ente infatigable 
        Que se confunde con la nada
        Pero deja su sello propio
        En forma de cobarde estacada
        No se si este sinsentido
        Me lo deseo algún enemigo
        Si venía en el dossier incluido
        O es culpa mía por quedarme dormido
        Pero las circunstancias son éstas
        Y contra ellas hay que batallar
        Evitando cualquier flaqueo
        Porque está prohibido dejar de remar




        Lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros. Jean-Paul Sartre

        21 de marzo de 2011

        Mascando esparto.

        Entre casa y la parada
        No hay puentes que crucen
        Por una sombra empapada
        De angustia y mugre
        De querer ser, lo que no se es
        Desde una postura que irradia impotencia
        Abstemio de una de por si escasa paciencia
        Capitán de un crucero a pedales
        Aquel que siempre detestó los siete mares
        Suspiros que dan la espalda a la Luna
        Un insomnio insolente se sale con la suya
        Cuando los gatos ya se han vuelto pardos
        Frente a un horizonte plagado de conjeturas
        Puesto que esas sonrisas de oreja a oreja
        Se fugaron al pasar el camión de la basura


        Poco pan, y pésimo circo.

        14 de marzo de 2011

        La matriz inacabada

        No te engañes intentando dejar de cavilar
        Para así dar la espalda a tu realidad
        Aunque haya veces que el alma malherida
        Te invite a dejar de aferrarte a la vida
        Seducido por el incosciente que invita a abandonar
        A claudicar, a atreverte a dejarlo todo atrás
        Abre puertas, intenta poder ver un poco más allá
        Del dudoso margen que separa el bien del mal
        Portando el amargo sabor de la derrota constante
        Pero empujado por la rabia siempre hacia adelante
        Con ello basta para derribar todos los muros
        Para vivir feliz sin vivir en un coma profundo
        Todos contra ti, y tú contra todos
        No ibas a abandonar de ningún modo
        No hay derrota sin antes rendición
        Por más que se agudice el dolor
        Párate a contemplar los trazos de tu camino
        Las pautas que en tu vida, obligado has seguido
        Aprende a imponerte tan sólo tu propia voluntad
        Ajústate tan sólo a ti, pues a ti te debes lealtad

        "Todos somos aficionados. La vida es tan corta que no da para más." Charles Chaplin.

        18 de enero de 2011

        Escasamente inflamable.

        Que tú sí, que yo no
        Que esa sobremesa de sueños
        Está cerrada hasta nuevo aviso
        Porque la traición ha hecho la comunión
        Y en tal acto,
        Mi pupila se dilata así como
        Si se tratase de su primer parto
        Las manos coleccionan arañazos
        Del intenso roce con el esparto
        Mañana, serán cicatrices
        A las que veré asistir,
        A hombres que no saben pedir perdón
        y pierden el ritmo de su diapasón
        Expertos en dar como respuesta un no
        A los lamentos sepultados 
        Por la primavera de la codicia
        Atropellados por el tren de las confesiones
        Que no llegaron en su momento
        Por un cuerpo que se antoja fuerte
        De alma débil como el helecho




        "Pareciera, en efecto, que las masas se equivocan y los individuos siempre tienen razón." Boris Vian.